El legado filosófico de Justo Arosemena


Texto dedicado a nuestros hermanos de la República de Panamá. En especial, agradecimiento a Su Excelencia Don Salvador Sánchez y al comité organizador del bicentenario del nacimiento de Justo Arosemena, por sus atenciones y deferencia.

Introducción: para entender a Arosemena

Formado en Bogotá, por los padres jesuitas -Colegio San Bartolomé[1]– [aún vigente], Arosemena es un hombre de su tiempo, de su siglo. El siglo XIX, del cual dijera algún pensador, constituye el de la muerte de Dios, no deja por ello de ser un siglo ampliamente metafísico. Para entender a Don Justo, es necesario adentrarse en sus influencias filosóficas y políticas. Las cuales, principalmente, tomó del viejo continente, fundamentalmente Francia e Inglaterra. La vida de este pensador es una de las más exquisitas del siglo XIX en América. Es, quizás, el pensador más influyente en materia política que haya tenido el radicalismo, y, en general, la Nueva Granada, posteriormente los Estados Unidos de Colombia. Arosemena no es un espíritu fácil de definir, no se deja encajar fácilmente en categorías simples. Es, ante todo y sobre todo, un hombre prudente [al estilo de los griegos clásicos que buscaban la phrònesis], un observador, un filósofo. Pensar Arosemena es entrar en un hombre universal, un ser letrado y moderado. Un doctor, como realmente lo fue, en jurisprudencia por la Universidad de Cartagena hoy en día [antes Magdalena e Istmo]. Pero es también un amante de su patria, de su patria chica -Panamá- y de su patria grande -América-. Quizás, por ello, al final de sus días dirá, en las conclusiones de Estudios constitucionales, que le duele la situación actual de su República, así como la de América. El alma entristecida, al no poder ver realizados muchos de sus ideales. Pero penetremos en su obra, para conocer su legado filosófico.

  • Sus lecturas inglesas

Si nos adentráramos en la biblioteca personal de nuestro autor, encontraríamos sin duda a dos autores, uno del siglo XVII y otro del XVIII. Thomas Hobbes Y Jeremy Bentham[1]. Sin lugar a duda, hay muchos otros pensadores ingleses que pasaron por la lectura de Arosemena, pero, a nuestro parecer, son estos dos los que más marcan su pensamiento y su discurrir.

De Thomas Hobbes encontramos sobre todo el método. Ese método more geométrico que se descubre al viajar por las obras de Don Justo. Es decir, partiendo de un axioma, ir hilvanando, uno por uno, los demás postulados de su pensar, hasta crear todo un sistema, prácticamente hermético y estructurado. Es el caso de Código de moral fundada en la naturaleza del hombre[2] [en adelante Código de moral].

Son frecuentes las citas a Bentham, no solo en sus obras morales -Apuntamientos, Principios y Código- sino también en sus Estudios constitucionales[3]. Veamos ahora los autores franceses que consideramos fueron leídos y marcaron el pensamiento de Don Justo Arosemena.

  • La influencia francesa

Dentro de los autores franceses que creemos leyó Arosemena, se encuentra: Destutt de Tracy[4] (1754-1836), Charles Dumont[5] (1758-1830) y Charles Comte[6] (1782-1837), con su Tratado de legislación y Benjamín Constant (1767-1830)[7].

Buscando una fundamentación positivista de las ciencias morales y del espíritu, para sacarlas del dogmatismo, en el que, según él -y otros- se encontraban metidas, pero sin caer, como muchos, en el “ingenuismo” de creer que la razón lo podría fundar y fundamentar todo, Arosemena acude a estos autores, quienes fueron su influencia moral y filosófica durante los años de formación -en Bogotá- y aún después, como político. Se habla de un positivismo sui generis, para referirse a aquél de los americanos del siglo XIX. Es posible que Arosemena haya practicado este tipo de corriente filosófica. Empero, nuestro pensador está contra el comtismo en filosofía, el de Augusto, y en sí, no es tanto un positivista autóctono hispano. Si bien busca ser positivista en las ciencias del espíritu, y está, por otra parte, contra el contractualismo de Rousseau, Don Justo busca un equilibrio entre estas posturas, sin caer en el positivismo cientificista que pugnaban algunos, como el mismo Bentham. Existe, igualmente, una oposición al idealismo trascendental y al providencialismo por parte de Arosemena.

En gnoseología, busca un empirismo radical, aplicando el famoso método inductivo, buscando no una revolución, sino una evolución en el ámbito del conocimiento. Se podría preguntar: ¿Es, entonces, un positivista en filosofía? Si bien busca evitar el a priori, no se lanza por completo en las garras del sensualismo, como algunos creerían. Arosemena

En el aspecto político, no olvidemos que Arosemena tiene un fuerte aprecio por la poleis griega, de donde va a tomar su inclinación por el modelo federal de organización política de una sociedad.

Encontramos también, por otro lado, en Florentino González[8], otra influencia notable en el pensador panameño. Es importante señalar que aquél fue profesor de éste en el Colegio San Bartolomé, donde regentaba algunas cátedras de Ciencia administrativa, y de derecho público. Florentino, un liberal radical, pudo haber sido quien lo enviara por la senda del librepensamiento a don Justo.

Igualmente, se sabe que Arosemena era amante de la frenología, por ejemplo, en un pasaje de los Estudios constitucionales, se la aplica a Ospina Rodríguez[9]. Era una ciencia, racionalista, si se permite la redundancia, muy practicada en la época, después de su creación por parte del austriaco, Franz Joseph Gall.

Así, ¿era Arosemena un pensador escéptico, al estilo de Pirrón? Creemos que no. O, ¿un whig, liberal inglés del siglo XVII y XVIII? Podría tener ciertas características. En todo caso, Don Justo no es un pensador fácil de enmarcar o encasillar en categorías simples. Es hora de entrar a analizar en una primera parte la concepción de la moral en nuestro autor, para luego adentrarnos en el tema metafísico, como segundo aspecto.

  1. La moral en Arosemena: una moral experimental

Es sabido que a la edad de 22 años Arosemena publica su primer texto sobre moral [y política]: Apuntamientos para la introducción a las ciencias morales y políticas[10], cuya idea fundamental es dar una nueva concepción de estas dos ciencias del espíritu y fundamentarlas desde el punto de vista de su método -que veremos más adelante- esto es: la factología. Arosemena propende por una moral que busque el bien, pues el hombre está destinado a ello, el bien será lo que le dará la felicidad, y esta ciencia no es otra cosa que el bonopreponderismo. El bien es aquello que es agradable, que genera placer en el ser humano, el mal es aquello que genera dolor[11]. Entremos en concreto a ver el pensamiento del panameño sobre este asunto.

  • Arosemena y la idea de felicidad. El Bonopreponderismo

Formado en una corriente benthamista -con influencias marcadas del epicureísmo- Arosemena nos dice: “[l]a idea de felicidad es pues la del bonopreponderismo: preponderancia del bien sobre el mal.”[12] Esta frase, en principio, no parece decir nada, pero si la complementamos con lo que Don Justo entiende por bien, comprendemos mejor su intención. El bien, como dijimos, es la ausencia de dolor, en otras palabras, lo que genera placer o es agradable al ser humano. Será feliz el hombre que evite el dolor o el sufrimiento y logre mayor cantidad -cálculo racional- de placer o de sensaciones agradables en su ser.

En este orden de ideas, para aterrizar dicha idea de felicidad al plano político, Arosemena posteriormente sostiene: “[a]l darle [el Creador] inspiración constante, irresistible y absoluta a la dicha, también ha querido que sea dichoso, en tanto igualmente que conozca observe las leyes naturales que pueden comprometer su dicha.”[13] Para ello, dice el panameño, son necesarios unos medios, pues sería ridículo que el Creador le diera al ser humano el conocimiento de la dicha, pero no los medios para llegar a ella. Estos medios no son otros, para Arosemena, que los derechos del hombre. Don Justo, como lo vemos, proclama -antes que muchos- la idea de la consagración de un catálogo de derechos y que éstos puedan ser exigibles pues es la condición sine qua non  para su realización.

Ahora, esta idea de felicidad va de la mano con otro concepto, el de progreso. Analicemos la postura de nuestro autor al respecto.

  • Arosemena y la idea de progreso

Escribe nuestro autor lo siguiente: “[p]ero esas partes, inteligente y moral, junto con una organización física proporcionada, hacen del hombre un ser eminentemente progresivo.”[14] Ahora bien, es necesario determinar de qué tipo de progreso habla Arosemena, si el personal o el social. En primera medida, el progreso perseguido por Arosemena es un progreso personal, solamente, a través de la educación, se podrá lograr el mismo. No se piense – de ninguna medida – que el progreso buscado por nuestro pensador panameño es el social o económico. Quizás éste se dé por contingencia, o como consecuencia del primero, pero no es el fin principal querido por Don Justo. Ahora bien, nos dice Arosemena: “[y]a veremos la necesidad que de algo más serio se esperimenta, si ha de ensayarse cuanto eliminar pueda los elementos de instabilidad que se opondrán constantemente á todo sólido progreso.”[15] Todo progreso personal conlleva, en las sociedades políticamente organizadas, a un progreso social.

Finalmente, en dicho ámbito político, su sentir es que “la mejor combinacion en cada país es aquélla que da los mejores resultados: paz, órden, seguridad, libertad i progreso en todo sentido.”[16] La idea de progreso está entonces muy presente en Don Justo -como en muchos pensadores de su siglo- buscando tomar el tren -muy decimonónico- de la modernidad a todo vapor.

  • Arosemena y la religión

Para quien les habla, ese “desprecio” de la metafísica y de la especulación trascendental que está presente en ciertos escritos de Arosemena, no es más que el espíritu que recorre el siglo en el cual le tocó aparecer a don Justo. En el fondo, don Justo sabía que era necesario acudir a la metafísica como bastión último de la moral, y en general de cualquier ciencia. Por ello acude, en diversas ocasiones, a la referencia de Dios –más concretamente a la Divinidad–[17]. No era tan ingenuo como pareciera a primera vista para negar dicha existencia. Hoy en día sabemos, con el estado de la filosofía actual, que no es posible hablar de física sin metafísica, que en el fondo – en algún momento – aparece la necesidad [última] de fundamentar la teoría creada o propuesta.

El siglo XIX, en esencia, es un siglo antirreligioso – o como algunos sugieren el viernes santo de la religión -, empero, consideramos que no se debe caer en la generalización de decir que todos los pensadores liberales de dicha centuria carecen de todo fundamento teológico. Arosemena, creemos, como buen radical luchador y defensor de sus ideas, mantiene firmes sus convicciones en este aspecto. No dejando entrar a la Iglesia [católica] en la esfera política y social, busca opacar y combatir el statu quo reinante y promover lo que después se verá reflejado en el siglo XX, una secularización entre la Iglesia y el Estado. Es un radical de su tiempo, mal se haría en juzgar su actitud en miras de -lo que el mismo denuncia- un supuesto puritanismo. Por ser profundamente religioso, quizás, es que Don Justo termina siendo anti-religioso estatal, es decir, pugnando por sacar a la iglesia oficial del Estado y dándole el lugar, que, “naturalmente”, se merece, que no es otro que el del fuero interno del individuo.

En su proyecto de racionalizar el pensamiento y la ciencia, nuestro autor panameño crea una ciencia, o método, al fin y al cabo, es casi lo mismo, para conocer la verdad, para acercarse a las cosas. Esta no es otra que la factología, que, a juicio de quien estas líneas escribe, es el legado filosófico de Don Justo.

  1. Arosemena y la factología: su legado filosófico

Abordada principalmente en Apuntamientos, la factología estará presente en toda la obra de Arosemena. Es, quizás, su legado más importante en materia filosófica. Por ende, es su aporte a la metafísica americana del siglo XIX. Como el mismo pensador la define: “es la doctrina acerca de los hechos”[18]

Este método no solo lo aplicó en sus escritos sobre moral y política, también lo hizo en sus famosos Estudios constitucionales[19]. Partiendo de:

Análisis – síntesis – causa – efecto.

Así, “la ciencia social que Arosemena pretende fundamentar, no se basa en lo físico, como en Comte, ni en lo biológico como en Spencer: la ciencia social de Arosemena es radicalmente la ciencia de los hechos sociales, como en Durkheim.”[20] En este sentido, es un adelantado en su tiempo, pues pensadores como Weber o quizás Ehrlich, posteriormente, tomarán, en parte, el mismo rumbo en esta famosa ciencia social.

Don Justo propone una observación general, de los hechos, una observación particular; posteriormente, la construcción del juicio, o creación del concepto, todo con precisión terminológica para evitar sobreentendidos, y, si es necesario – como lo hizo en muchas ocasiones – crear la denominación de lo observado.

  • Observación de los hechos

Es importante recalcar que el more geométrico está muy presente en la construcción arosemeniana. En efecto, partiendo de un axioma general, por ejemplo, aquel según el cual la moral debe aportar a la dicha del ser humano, se desprende toda una estructura, unida una a una, hasta finalizar en la conclusión total. Ahí encontramos una fuerte influencia hobbesiana. Este es el método utilizado por este pensador inglés, por ejemplo, en su famosa obra el Leviatán.

El hecho es algo que existe. Por ende, “la existencia [y el suceso] es una cosa relativa a la sensibilidad que la percibe.”[21] Acá encontramos una especie de solipsismo antes de tiempo, pues para Arosemena, la idea de existencia depende de lo que el sujeto percibe como tal, por ende, será su yo el que determine si un objeto existe o no. Así, “[l]as nociones que nos enseñan a distinguir y precisar bien los hechos se llaman factológicas y constituyen la introducción necesaria a toda ciencia y especialmente a la que describe los hechos morales y políticos.”[22] Esta es la definición de la factología. Una ciencia necesaria para describir la realidad, o, en las mismas palabras de Don Justo, los hechos sociales.

La ciencia social de Arosemena se podría calificar como una psicología con sociología. Antes de Durkheim, Weber y el mismo Ehrlich en el derecho, como se dijo anteriormente, Don Justo ya proponía una forma de analizar los hechos, la vida social, la realidad. Ricaurte Soler sostiene que las ideas de los autores europeos de la época no bastaban para explicar la realidad americana, por lo que los autores locales intentan dar una explicación de lo acontecido en estas tierras, y ahí, por supuesto, entra Justo Arosemena[23]. Igualmente, el mismo autor citado, descarta la idea de utilidad como base de la ciencia social arosemeniana. Quizás si tenga una presencia en la concepción de la psicología en Arosemena, pero no en las otras ciencias, especialmente naturales. Según, igualmente, este autor, Arosemena adhirió posteriormente al positivismo de Spencer, autor que conociera tardíamente. Para otros autores[24], nada más errado que afirmar que don Justo es el precursor del positivismo filosófico en América. Y esto, consideramos sensato, lo es por dos razones. Primera porque el hecho de adoptar una postura mental, que difiere aun de la propuesta de A. Comte, no es suficiente para considerarlo como partidario de dicha corriente filosófica. Y segundo, porque nuestro autor tampoco estructuró, pues no era su deseo, primero por su múltiples ocupaciones y segundo, porque no compartía tampoco en su totalidad dicho sistema positivista comtiano, un sistema como sí lo hizo el autor francés.

En últimas, “[e]l positivismo de Arosemena es solo la filtración en su mente del genio inglés”[25]. Compartimos la idea del Profesor Moscote, pues la influencia de diversos autores ingleses, como se vio en la parte introductoria de este escrito, es palmaria en nuestro autor. Para Arosemena, “la idea de existencia está íntimamente ligada a la de sensibilidad”. Empero, nuestros sentidos nos engañan con mucha frecuencia, por ello es necesario, en un segundo estadio, proceder a la valoración de lo percibido. Ahora bien, es importante tener en cuenta que “nuestros sentidos nos engañan frecuentemente”[26], por lo que debemos desconfiar frecuentemente de ellos. La maximización de la dicha, que antes que Bentham, ya Hobbes lo habría anunciado, en, por ejemplo, el Leviatán.

  • Construcción del juicio con precisión terminológica

Formado en una escuela de precisión en el lenguaje, como requisito para obtener la cientificidad de la idea, Arosemena, rechaza la retórica moderna: es decir, aquella que busca a través de un estilo pomposo y ornamental, construir conceptos sin mayor profundidad racional. Así, pugna por la precisión del lenguaje[27].

En Apuntamientos, escribe: “el escritor que quiere ser [iv] exacto se ve obligado a emplear siempre para la misma idea la misma palabra”.[28] Esta es, y será, una obsesión durante la vida de Don Justo. Tener precisión con el lenguaje, evitar la retórica ornamental, la charlatanería, la palabrería, los términos vacíos o imprecisos. Pues toda construcción científica, “prudente”, seria y juiciosa, tiene que respetar al objeto y también al lector. No se puede inventar palabras por inventar, ni tampoco describir el objeto de conocimiento de cualquier forma. Su afán será entonces la exactitud y la concisión para evitar la superficialidad[29].

Es por ello por lo que será normal hallarse -en los textos iniciales de Arosemena- con palabras desconocidas o, incluso, neologismos. Pero no es otra que la manera en la que el autor crea nuevos conceptos para describir lo observado, los cuales se deben adecuar a la materia descrita. Animado por un espíritu de renovación del lenguaje [en contra de los puristas] -sin que se llegue a pensar que es un revolucionario total- intenta dar muestras de su conocimiento del latín, y quizás, también del griego, creando [inventio] nuevas palabras para el idioma castellano que manejaba con exquisitez.

Conclusión

Si se preguntara en que corriente filosófica podemos enmarcar a Justo Arosemena, más que en el utilitarismo de corte epicureista o incluso benthamiano, se podría decir que es un escéptico, al estilo inglés. Es decir, aquel que duda de lo postulado, pero va más allá de esta duda, investigando. Para ello deja de lado los a priori, sin descartarlos por completo, pero dirigiendo la observación hacia la realidad social, o mejor, hacia los hechos, para así, posteriormente, valorarlos y sacar una conclusión:

“Fruto de esas tendencias, robustecidas por el combate i la victoria, fue la constitucion dada en Rionegro á 8 de mayo de 1863, en que el partido liberal, llevando su honradez hasta un estremo que nadie le exijia, consignó principios enteramente nuevos, contradictorios é impracticables.”[30]


[1] José Dolores Moscote, “Vocación filosófica del Dr. Justo Arosemena”, Revista Lotería, nos 278-279, abril-mayo, 1979, p. 60; José Dolores Moscote y Enrique Arce, Vida ejemplar de Justo Arosemena, Panamá, República de Panamá, 1956, p. 15.

[2] Justo Arosemena, Código de moral fundada en la naturaleza del hombre, Bogotá, Imprenta Echeverría, 1860.

[3] Justo Arosemena, Estudios Constitucionales sobre los Gobiernos de América Latina, Tomo II, Panamá, Asamblea de Panamá, 2009 [1888], p. 325.

[4] Su obra principal, la cual consta de varios volúmenes, es Elementos de ideología.

[5] Ornitólogo por pasión, de Dumont quizás le interesara su Diccionario forestal, publicado a principios del siglo XIX.

[6] El Tratado de legislación, aparecido en 1827, puede ser la obra de este autor que influenció a Arosemena.

[7] Dentro de sus obras más importantes, y cuya lectura realizó Arosemena, tenemos: Curso de política constitucional (1818-1820).

[8] Este político y pensador colombiano de afinidades liberales radicales, profesor en el Colegio San Bartolomé para la época, es autor, entre otros, de un texto sobre Ciencia administrativa.

[9] “Dividido el partido liberal por la revolucion de 54, vino el poder nacional á manos del partido conservador. Para la administracion que debia inaugurarse en 1857 fue elejido presidente el señor Ospina, el mismo á quien los liberales habian aherrojado en una cárcel pública seis años ántes. Era Ospina hombre de talento sofístico, i de ilustracion escolástica. Su parte moral más sobresaliente estaba indicada por un gran desarrollo cerebral en la parte superior posterior del cráneo, que anunciaba la firmeza, la estimacion de sí mismo i la perseverancia exajeradas i pervertidas.” Justo Arosemena, Estudios Constitucionales, op. cit., p. 33.

[10] Justo Arosemena, Apuntamientos para la introducción a las ciencias morales y políticas, Nueva York, Impr. Juan de la Granja, 1840, 153 pp.

[11] En este aspecto vemos como se acerca de lo dicho por Bentham, aunque, en otros apartes, Arosemena guarda sus diferencias con el autor inglés.

[12] Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. 99. [Actualizada la grafía].

[13] Arosemena, Código de moral, op. cit., p. 4 [Cursivas dentro del texto original].

[14] Arosemena, Código de moral, op. cit., p. 3

[15] Arosemena, Estudios constitucionales, t. II, op. cit., p. 33.

[16] Id., p. 42.

[17] Arosemena, Código de moral, op. cit., p. 40.

[18] Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. 7, pie de página.

[19] Es importante anotar, que, para muchos autores serios en la materia, el primer tratado realmente científico, es decir, serio en materia de derecho constitucional comparado son los Estudios constitucionales de Arosemena. El profesor de la Universidad Nacional, Bernd Marquardt, los califica de “tesoros poco conocidos” a los dos tomos de Don Justo. Ver: Los dos siglos del Estado constitucional en América Latina, vol. 1, Bogotá, Universidad Nacional, 2011, p. 9. Y esto es así precisamente gracias al método utilizado por el pensador panameño, observaciones generales, observaciones particulares y conclusiones, reflejo de su filosofía.

[20] Ricaurte Soler, “Justo Arosemena y el positivismo autóctono hispanoamericano” en Lotería, Vol. III, No. 34, 1958, p. 97.

[21] Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. 9. [Actualizada la grafía].

[22] Ibid.

[23] Soler, “Justo Arosemena y el positivismo autóctono hispanoamericano”, op. cit., pp. 91 a 98.

[24] José Dolores Moscote, “Vocación filosófica del Dr. Justo Arosemena”, op. cit., pp. 57 a 68.

[25] Id. p. 60.

[26] Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. 9. [Actualizada la grafía].

[27] “Las lenguas son hijas de la necesidad de emitir los hombres sus conceptos, y es muy claro que cada nuevo concepto requiere una nueva palabra que lo exprese.” Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. iv. [Actualizada la grafía].

[28] Arosemena, Apuntamientos, op. cit., p. iii y iv.

[29] Ibid., p. iv.

[30] Justo Arosemena, Constitución de los Estados Unidos de Colombia, Havre, A. Lemale, 1870, p. 75.


[1] Octavio Méndez, Justo Arosemena, Panamá, Impr. Nacional, 1919, pp. 14-15.

[1] Para nuestros hermanos de la República de Panamá. En especial, agradecimiento a Su Excelencia Don Salvador Sánchez y al comité organizador del bicentenario del nacimiento de Justo Arosemena, por sus atenciones y deferencia.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

  • Justo Arosemena, Apuntamientos para la introducción a las ciencias morales y políticas, Nueva York, Impr. Juan de la Granja, 1840, 153 pp.
  • Justo Arosemena, Código de moral fundada en la naturaleza del hombre, Bogotá, Imprenta Echeverría, 1860.
  • Justo Arosemena, Constitución de los Estados Unidos de Colombia, Havre, A. Lemale, 1870.
  • Justo Arosemena, Estudios Constitucionales sobre los Gobiernos de América Latina, Tomo II, Panamá, Asamblea de Panamá, 2009 [1888].
  • Bernd Marquardt, Los dos siglos del Estado constitucional en América Latina, vol. 1, Bogotá, Universidad Nacional, 2011.
  • Octavio Méndez, Justo Arosemena, Panamá, Impr. Nacional, 1919, pp. 14-15.
  • José Dolores Moscote, “Vocación filosófica del Dr. Justo Arosemena”, Revista Lotería, nos 278-279, abril-mayo, 1979.
  • José Dolores Moscote y Enrique Arce, Vida ejemplar de Justo Arosemena, Panamá, República de Panamá, 1956.
  • Ricaurte Soler, “Justo Arosemena y el positivismo autóctono hispanoamericano” en Lotería, Vol. III, No. 34, 1958.

Material de interés

Recursos

Responsabilidad civil del Estado bajo la Constitución de Rionegro

Este escrito busca analizar los orígenes de la responsabilidad de la administración pública en Colombia en el periodo comprendido entre 1864 y 1886, con el fin de matizar las posturas de la doctrina imperante en la materia – incluida la jurisprudencia –, que afirma el nacimiento de esta a finales del siglo XIX, olvidando toda una tradición anterior a la Constitución de 1886 y al surgimiento de las primeras gacetas de la Corte Suprema. Se intenta dar una respuesta a un tema de por sí controversial, pero también apasionante y necesario para comprender el derecho de daños actual en Colombia.

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